viernes, 1 de marzo de 2013

Neglect and decay.


Neglect and decay.

Fotografía: Jordi Coll Martínez.



La
vida da muchas vueltas y cuando menos te lo esperas, puedes ser el que esté ahí, en la calle, sin trabajo, sin dónde dormir y buscando la forma de sobrevivir un día más; donde cualquier forma puede ser buena: desde pedir alguna moneda, hasta aguantar las noches debajo de un puente, pasando el rato echando un trago de algún aguardiente barato. Ésto es algo parecido a lo que me pasó a mí, y que por poco la palmo. Lo interesante es que nunca supe por dónde y de pronto la vida dio un giro, una especie degolpe de suerte” que me salvó, como si la conspiración del universo estuviera poniéndome una prueba y ya que la había superado, ¡plaf!, ahí lo tenía: una casa, un trabajo, una mujer... De nuevo enrolado al sistema social que nos tiene cogidos por los huevos aunque no lo queramos, ya sabes: cásate, ten hijos, busca un mejor empleo, jubílate, despídete de tus queridos, muere dignamente…, y así también tus siguientes generaciones, una y otra y otra y otra más hasta el final de los tiempos.



Mi golpe de suerte empezó casi después de conocer a Nicoletta. Decidimos que para mal vivir en una ciudad cosmopolita, mejor irnos al campo y buscar suerte en otros ambientes, unos menos turbios donde las oportunidades fueran más amplias. Estar en la ciudad ya no era opción viable para nosotros. Al cumplir casi dos meses sin cama ni techo, los conceptos de la realidad se ven ofuscados por la desesperación que es capaz de llevarte a la locura, así sin más, la puta locura que te puede arrastrar al suicidio, y para evitar que fuéramos arrastrados a ésos "infiernos terrenales", decidimos marcharnos en busca de un quién sabe qué que nos sacara del agujero.




Elegimos por azar, la huerta, esa parte del Levante donde aún se respira tranquilidad y pureza; a parte de los aromas que según la época del año dan de sí. Nosotros llegamos en primavera, días donde el ambiente huele a cebolla y a azahar, donde incluso, por la temperatura del clima, ya se puede dormir a la fresca en caso de que sea necesario. En la huerta encontramos no solo varias hortalizas y árboles frutales, sino que también dimos con una casa que daba pena verla tan descuidada, misma que nos dio la esperanza de que no todo estaba perdido, era como caída del cielo: empezaba el golpe de suerte, la conspiración del universo que trabajaba a nuestro favor.




¿Crees
que alguien viva ahí?, me preguntó Nicoletta cuando vimos por primera vez la enorme casa plantada en medio de la nada, que en realidad era la huerta a donde habíamos escapado. Pero como no supe responder, nos acercamos para averiguarlo. Mientras ella esperaba sentada en la entrada, yo merodee en los jardines y así saber si en realidad estaba abandonada. El abandono, como es sabido por todos, hace crecer la hierba, y eso era una evidencia de que ahí ya no vivía nadie. Sería imposible o hasta impensable que el dueño de una propiedad tan elegante y magnífica como esta, dejara al descuido sus jardines y su finca, creo que nadie lo haría, al menos yo no podría.




Y
ahí estábamos, Nicoletta tan bella como siempre: misteriosa mujer que me había seducido con su ímpetu y aquellos ojos azules, mirada que era capaz de entender mis pensamientos, de situarme en la tierra, de llevarme, incluso a las más profundas de mis ensoñaciones, donde ya no era yo y podía ser cualquiera, un humano más que vive y respira, que piensa y reacciona, que teme y lucha; incluso que aguanta pese a lo duro que le corresponde por suerte, o por una de esas cosas que le ha tocado como destino: azares y nociones que solamente encajan en el todo y en la nada. Nicoletta me sedujo también por su cabello y su andar, que más que andar, era parecido al movimiento que hacen las olas suaves en la mar. Cuando me dijo algo por primera vez, cuando me habló, supe que esa voz sería la que me acompañaría en los caminos, ya que sus palabras eran tan acertadas que no quise dejar de creer en ellas, me resultaban finas y tercas y bienaventuradas casi todo el tiempo, y cuando no eran así y se convertían en vulgares y hoscas, tampoco les daba importancia, ya que su mirada era capaz de poseerme. El conjunto de ella me tenía totalmente embrujado. Era, como yo, una trotamundos, una sin techo, una rata, un error en el sistema; alguien cuyo enfoque, era reprimido por el deseo de vivir, y nada más.



Y
ahora mismo estaba ahí, sentada en la entrada de aquella casa, mirando la mochila que llevaba, mientras buscaba uno de sus libros: Neglect and Decay de George Neck, un libro que en los 80´s sería mencionado por otros grandes autores y que ahora, Nicoletta leía con desenfado. El ensayo que George Neck había escrito, tenía el poder de convencer que el desapego terrenal visto desde la perspectiva de un capitalista, debía ser el camino a seguir. George, asentado en Brooklyn que pretendía dejar todo y olvidar el capital como algo cotidiano, se basaba en el lema que transcribía en su libro: "Marcha una vida libre de pertenencias y olvida el dinero, mal de los actuales intelectos", con lo que afirmaba que el dejar los sistemas sociales como un planteamiento actual, desmembraba en el individuo su esencia, dejando que el intelecto surgiera reforzado, libre y capaz de cambiar con solo desear, al universo mismo. Nicoletta estaba a favor de todo lo que el escritor Neck decía en su libro, mismo que compartía conmigo, intentando convencerme de que la realidad que nos rodea podía ser cambiada con solo desearlo, y dejar que fuera el universo el que actuara. Qué bella era Nicoletta, y a pesar del cansancio y el poco higiene que la vida de un trotamundos puede darte, seguía siendo hermosa. El viento movía sutilmente las hojas del libro, ella lo sujetaba mientras leía con tranquilidad sus letras, solo se distraía para girar y ver si yo volvía con noticias de la casa encontrada.



Uno
de los cierres de la ventana trasera estaba oxidado, así que tras forzarlo, pude romperlo y abrir. Al entrar, sin darme cuenta, se me enganchó la manga de la camisa a un clavo, que la rasgó casi por completo, ¡qué putada!, así que arremangué lo que eran ahora añicos de camisa. ¿Qué función tenía ése clavo?, miré el marco de la venta y entendí que era el anclaje de una de las persianas que ya se habían caído, ¿cuánto tiempo podría llevar abandonada la casa? Por el polvo en los muebles, calculé que podrían ser más de dos años, quizá tres. La cocina a la que había entrado no me pareció del todo antigua, así que antes de salir en busca de Nicoletta, eché un vistazo por los interiores: había un pasillo con varias puertas, cuatro o cinco quizá, mismo que conducía a un salón con chimenea y otros salones con varias ventanas y escaleras que te llevaban a un segundo piso. ¡Menudo palacete!, pensé, mientras miraba los detalles de la construcción que se me antojaban modernistas. No soy un entendido del tema, pero el modernismo siempre me ha fascinado.



Tras
la emoción de ver el sitio casi impoluto, en el que solamente el polvo, la hierba y algunos bichos hacían mella, pensé en salir por la ventana y decirle a Nicoletta que ahí estaba nuestro golpe de suerte. Al recorrer uno de los salones, antes de llegar al pasillo que conducía a la cocina, encontré sobre la chimenea una caja que parecía de habanos, así que me acerqué, y al abrirla cayó un papel que descansaba sobre ella, era una nota. Tenía escrito lo siguiente:
"Hoy he tomado la decisión de marcharme, quizá lejos encuentre aquello que aquí yace olvidado solamente en un vago recuerdo. Ya no queda nada, todo se lo come el tiempo, que me arranca las entrañas con su inefable ira, su desdén sin criterio, que ajeno a mí, me tira al olvido sin mi ausencia. Me voy, me han despojado de lo que más quiero, personas que no han de volver. "
Y que firmaba "A.A.F." con fecha de 1963.


Nicoletta no quería quedarse ahí por mucho tiempo, así que hablamos de que solamente sería un refugio temporal. Ella estaba segura de que tarde o temprano volverían los dueños o quizá sus familiares, o peor aún, saqueadores que vacían las casas para después destruir todo y dejar en decadencia lo construido. Quizá tenía razón, pero yo estaba impresionado con la buena suerte que el año del sesenta y cuatro nos estaba brindando y no quería dejar escapar ese pedazo de oportunidad. Nos quedaríamos ahí hasta que algo sucediera, cualquier cosa, además no teníamos muchas opciones, el poco dinero que aún nos quedaba, no era suficiente para volver a la ciudad, así que ahora la huerta era lo único que podía mantenernos vivos y era estar ahí dentro de la casa o dormir fuera.




Recordar es lo que ahora me queda. Ya han pasado más de cuarenta años, son casi cincuenta. Qué
cosa tan interesante es eso de los recuerdos, incluso simpática: siempre tenemos montones de ellos, pero no son tan nítidos o completos, son vagos y con rupturas, hay huecos; un recuerdo viene a ser la nada, fotografías en la imaginación con audio, y audio malo, solamente trozos de películas que ya hemos visto antes. Partes de un algo que se ha ido, como Nicoletta, a la que añoro y no olvido, a la que admiro por aguantar el peso del camino que decidí recorrer, a la que debo mi salvación, porque sin ella, ¿qué habría sido de mi?, ¿de nosotros? Quizá ella lo habría logrado, pero yo sin ella, casi seguro que no. Por eso, la recuerdo como una fotografía; qué va, como varias, sin audio y con los colores dañados. Pero la recuerdo. Como a aquella casa, que conservo en la memoria como el inicio del rescate de mi vida, lugar del que siempre me he preguntado qué habrá pasado después, ¿seguirá en pie? ¿Habrán vuelto sus dueños?
Tal vez algún día vaya y fotografíe lo que de ella queda.


Más fotos de este lugar y de todas las demás entradas aquí.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias amiguito. A mi la que me gusta mucho es la última.

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  2. Arriesgado proyecto al igual que válido por el contenido. Felicidades.

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  3. Muy amable Fedro. Se agradecen tus palabras.

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  4. Unas hermosas fotografías. Me quedo con esto: "Ya no queda nada, todo se lo come el tiempo, que me arranca las entrañas con su inefable ira, su desdén sin criterio, que ajeno a mí, me tira al olvido sin mi ausencia."

    Enhorabuena por el blog.

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  5. Muchas gracias Damasco!! Tremenda frase eh? Es que Alejandro es un crack.

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