Fotografía: Jordi Coll Martínez.
Texto: Epo.
Cada
vez voy menos al cine y veo más películas. Antes, para ver
películas tenías que ir al cine. Cuando se inventó la
televisión hubo agoreros que dijeron que era el final del cine. Es
cierto que se cerraron muchas salas porque hubo gente que prefería
quedarse en casa, viendo las películas en la tele. Décadas más
tarde pasó algo parecido con la popularización del vídeo
doméstico: cerraron un montón de salas y abrieron un montón de
videoclubs.
La
sala en ruinas del reportaje seguramente cerró por aquella época.
En una de las fotos se ve una lista con la oferta de la distribuidora
JF (¿José Frade?) para la temporada 1979-1980. Casi todo son pelis
italianas con Alvaro Vitali ("Jaimito") y Edwige Fenech.
Aquello era la época del destape, y la gente tenía ganas de
cachondeo. Durante un tiempo, esas comedietas llenaron las salas. Su
equivalente patrio fueron las ozoradas con Esteso y Pajares. Pero
progresivamente la fórmula [humor zafio] + [tetas y culos] se fue
agotando, al tiempo que se regularizó la pornografía en el cine,
primero con la clasificación S y luego con la X. Y claro, ahí el
vídeo doméstico tenía las de ganar. La mayoría de la gente
prefiere masturbarse en la intimidad.
Recuerdo
ver alguna peli de destape en el pueblo, en la terraza de verano.
Supuestamente era para mayores de 18 años, pero yo no tendría más
de 15, y no era ni mucho menos el espectador más joven. Salía
Nadiuska, y cada aparición suya se veía jaleada por los sectores
más expansivos y participativos del público. Allí llegaban las
películas con meses o años de retraso, con el celuloide ya bastante
machacado, con cortes y rayas, pero a la gente le daba igual. Lo
bueno era ver dos pelis a la fresca, sentados en sillas de cámping o
tumbonas, con el bocata o la fiambrera, y socializar a grito pelado.
Si la peli era de miedo tenías que gritar. Si era de aventuras o del
oeste, tenías que animar al héroe. Si era de destape, tenías que
comentar lo buena que estaba la jamona. (Hay que reconocer que una
Nadiuska de 4 metros impresionaba). Quedarse callado se hubiera
interpretado como un esnobismo capitalino imperdonable. Así
que, para no llamar la atención, al menos tenías que reír las
gracietas de los lugareños.
Esa
vertiente social del cine, o mejor, mi misantropía, es la que ha
hecho que abandone las salas. No me apetece mezclarme con la gente,
comentar las escenas ni soportar a los graciosos. Sospecho que a los
adolescentes que llenan los multicines las pelis les dan bastante
igual, y lo que buscan es alternar. Antiguamente aprovechabas la
oscuridad para meter mano, pero de eso me parece que también van
sobrados. Ahora acuden para comprar refrescos y palomitas a precio de
champán y caviar. Supongo que eso les proporciona cierto estatus de
cara a su grupo de iguales.
Pero
no sólo han cambiado las costumbres. La tecnología ha sufrido una
progresión brutal. En una de las fotos se ve un proyector clásico,
con los rollos de película enormes. Prácticamente ese mismo sistema
óptico-mecánico se mantuvo desde los inicios del cine hasta la
reciente digitalización actual: más de 100 años con una tecnología
que apenas evolucionó en todo ese tiempo. Para completar el retrato
arqueológico analógico, un tocadiscos que serviría para los
minutos musicales previos a las proyecciones y durante los
intermedios. Extrañamente, los discos de vinilo todavía gozan de
cierta reputación entre hipsters y otros enteradillos. Postureo.
Los
rollos de celuloide eran grandes, pesados, caros y delicados. Por eso
a los cines de barrio y de verano llegaban las películas
destrozadas, después de semanas o meses de exhibición en las salas
de estreno. Ahora ya casi no se proyecta en celuloide, pero tampoco
hay apenas cines de reestreno, y eso que todo es técnicamente más
fácil. La digitalización ha abaratado muchísimo la distribución
física de las películas (en algunos casos, ésta se hace
telemáticamente, así que ni siquiera hay que transportar los discos
duros que sirven para almacenarlas), y sin embargo no se puede decir
que la oferta cinematográfica en salas se haya beneficiado de mayor
variedad.
¿Qué
ha pasado? Que nos han vuelto a tomar el pelo. La tecnología, tanto
de captación (cámaras) como de exhibición se ha abaratado, pero
lejos de democratizarse, la distribución está en manos de unas
pocas corporaciones que dictan qué, cuándo y cómo tenemos que ver.
El tránsito de celeluloide a digital, a pesar de resultar muy
conveniente para las majors, ha supuesto un encarecimiento de las
entradas. Lo mismo puede decirse de la moda del 3D, aunque creo que
ahí no han triunfado. ¿Conocéis a alguien que se haya comprado una
tele para ver películas en 3D?
En
fin, que toda esta chapa de abuelo cebolleta era para contar que ya
no voy al cine, pero que veo más películas que en la vida. Me
descargo todo lo que puedo y me apetece, y esto no me provoca ningún
remordimiento de conciencia. Lo hago porque puedo y porque me
conviene. Me monto ciclos de cine raruno que sólo podrían existir
en algunos festivales o filmotecas, pero lo hago en la comodidad de
mi cuchitril, sin tener que salir a la calle, dándole al pause para
mear o rebobinando si es que me he quedado traspuesto. Soy un
hikikomori cinéfago y me enorgullezco de ello.
La
crisis del cine español (y del europeo, y de todo el cine quejica)
me la trae al pairo. Aunque se cortara hoy toda la producción
cinematográfica mundial, aún me quedarían miles (¿millones?) de
películas por ver. Además, eso no va a pasar: están las series, y
el cine independiente, y todos los artistas que no pueden quedarse
quietos aunque no saquen un duro.
La
visión de las ruinas de una antigua sala de cine no me produce
demasiada nostalgia. No más que la de una antigua biblioteca. Antes
era más trastero, más fetichista, pero como me hago viejo y tengo
miedo de desarrollar el síndrome de Diógenes, procuro no acumular.
Hace poco me deshice de un montón de libros y cintas de vídeo. Lo
siguiente serán los discos. Y las pelis (casi todas) las borro
después de verlas. ¡Viva el cine! ¡Viva la vida!
Más fotos de este lugar y de todas las demás entradas aquí.
No puedo mas que identificarme con ese texto jaja. Muy buenas las fotos y un placer compartir aquel dia!
ResponderEliminarMuchas gracias, el placer fue mío. Hay ganas a tope ya.
Eliminarbuena combinación de fotos y palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarFue un placer también para mi compartir aquel día y estaré eternamente agradecida por la invitación y poder realizar el reportaje. Las fotos están más que bien, veo gusto por los detalles y encuadres diferentes y me encanta. A mi si me da cierta nostalgia que hayan cerrado tantas salas aunque si bien es cierto que ahora es todo mucho más comodo y más desde el sweet home ;)
ResponderEliminarMoltes gràcies a tu per venir, va ser un plaer conèixer-te. A vore si pujes les teves. :) I a vore si puje jo als teus dominis.
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